Ser feminista es difícil
"El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico, es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento (...)".
Ser feminista es difícil. Ser feminista es como ser filósofo, socialista, cristiano-protestante, ateo o activista comprometido con la humanidad. Y ser cada uno de ellos no es nada fácil.
Estas formas de pensar (de visión del mundo) llevan en sí misma una médula de principios y valores que deben cumplirse, por lo tanto, no es solo un posicionamiento teórico muy bien intencionado -un discurso progresista-, sino, sobre todo, un modo de actuar, una vivencia que se ejecuta día a día. En otras palabras, cada una de ellas reclama consecuencia con lo que se afirma. Y el ser consecuente es una de las cosas más difíciles de llevar a cabo -en todo nivel- en la vida.
El filósofo se encamina a reflexionar sobre los problemas más generales que atañen al mundo y en ese andar ve la realidad tal cual es, y lo que observa no siempre es grato, así debe aceptar vivir en la infelicidad al darse cuenta de lo que tiene frente así; el socialista sobre la base de un análisis dialéctico de la realidad ejecuta una práctica que no cualquiera lleva a cabo, se resiste a ser parte de una sociedad que la considera en esencia desigual, y esto no es fácil; el cristiano-protestante sigue las prescripciones divinas que muchos no logran poner en práctica en todo ámbito de su vida; el ateo -quien tiene un sistema de valores derivado de reflexiones sobre la justicia social (ética inmanente)- debe sobreponerse a las más cruciales adversidades que pudieran llegar a su vida y no se derrumba a una explicación transcendente; el activista ha dejado todo y da todo de sí, ha comprometido toda su existencia a una causa que está más allá de él mismo y de su entorno cercano.
Es cierto que, ninguna de estas prácticas se excluyen en uno u otro caso, solo muestran que realizar alguna de ellas, francamente, no es tarea sencilla. Cualquiera no es filosofo, socialista, cristiano-protestante, ateo o activista. Y, por supuesto, feminista no es cualquier mujer, ni cualquier hombre.
Lograr la consecuencia feminista debe pasar por superar el feminismo sentimental -ese feminismo de hacer lo que la subjetividad quiere y confunde la igualdad por la lucha de derechos entre el hombre y la mujer con la imitación al actuar estúpido e irracional del hombre-. La práctica feminista no podría solamente plantearse en una igualdad de oportunidades. Una práctica así entendida no sería nada difícil de hacer; es más, debería dudarse de aquello que es fácil realizar.
La consecuencia feminista en el contexto actual (y la superación del feminismo sentimental) precisa de una mínima investigación. Es ineludible aprovisionarse de argumentos sólidos –favoreciendo el debate interno dentro del movimiento feminista– y de un background capaz de transmitir convincentemente la idea de igualdad, la cual implica que al reconocernos como iguales es porque nos reconocemos como diferentes.
La elaboración teórica se complementa de no solo con el activismo en el contexto social, sino, fundamentalmente, en la vida personal: hacer frente a la actitud agresiva -en todo sentido- del hombre y de todos en general ("aburres", "eres cuadriculada", "no jodas con eso, no es para mí", etc.), así como estar preparada para vislumbrar la posibilidad de postergar, por el mantenimiento del ideal feminista, el ideal del ser mujer.
En un contexto de fortalecimiento de ideas feministas, la investigación es fundamental. Esta producirá un conjunto de conocimientos que para ser tal necesita de la ordenación de conceptos; no obstante, esta ordenación nunca es acabada, pues para que se enriquezca y se supere cada día tiene que encontrarse abierta a nuevos cambios, ya que se corre el riesgo que el conjunto de conocimientos se encierre en sí mismo.
En ese sentido, efectuar un activismo, junto con investigación y el traslado a la vida personal diaria, no nada sencillo. No se trata tampoco de separar a una feminista del resto de mujeres, ni construir un perfil, lo que se busca es unir teórica y práctica, cada una en el nivel y condición que corresponda. Toda mujer comprometida -en su posición de clase- con el reconociendo de su ser mujer y la puesta en práctica de ese reconocimiento es feminista.
Marx resalto el papel de la práctica en la tesis 2 sobre Feuerbach: "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico, es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento (...)".
Por ello, es difícil ser lo que uno dice ser, la práctica demuestra el poderío de la verdad y la consecuencia de un planteamiento, el planteamiento feminista.